Fotografía 46, 47 - M. Frondoni Lacombe



M. Frondoni Lacombe

Fotografía 46, 47


Sesión del 20 de abril de 1914, a las nueve de la noche.- Mi esposo ha regresado. La inspección es rigurosa como de costumbre.

El velador nos promete buenos fenómenos y añade:

- Serán lo más perfectos posibles.

En vista de tan buena disposición, pregunto si puedo separarme de la cadena y colocarme cerca de la gran mesa del centro del salón a fin de que uno de los espíritus se fotografíe cerca de mí. Se me contesta afirmativamente.

Pregunto si puedo enfocar un aparato hacia la habitación contigua (B) a fin de tener dos placas impresionadas pro diferentes fantasmas. La contestación es también afirmativa.

En consecuencia enfocamos dos aparatos hacia el sitio en que yo debo permanecer y el tercero hacia la habitación contigua al salón y que no tiene puerta, como ya he explicado oportunamente.

No se quiere luz roja. Apago la electricidad y pocos instantes después un viento fresco pasa por nuestros rostros; rozan ligeramente mi espalda y tocan en la cabeza a la señora Pousa, la cual suplica que no insistan. La condesa, a su vez, se siente tocada y dice que tampoco quiere sufrir el contacto de los fantasmas, pues de lo contrario, suspenderá la sesión. Suplicó a las entidades que respeten la voluntad de mis amigas y que no toquen más que a mi marido y a mí.

Inmediatamente suena el golpe para el magnesio. Yo me dirijo hacia el sitio indicado para obtener la fotografía prometida. A la luz de la cerilla nos aseguramos de que nadie, fuera de nosotros, había en la sala. Cuando se produjo la explosión de magnesio, mi esposo, que había conservado los ojos abiertos, dijo haber visto perfectamente a mi derecha una silueta blanca que supuso era la religiosa aparecida en la sesión del 21 de febrero de 1914. Ocupo de nuevo mi sitio y seguidamente oímos que remueven algo en la gran mesa del centro del salón; luego , que se abre la puerta de la biblioteca; en el piano resuenan unas notas, a pesar de encontrase cerrado; manchas blancas flotan aquí y allá y por último se oye la señal de que hemos terminado.

Al dar la luz observamos lo siguiente:

De la biblioteca habían tomado un libro búdico y un Larousse que dejaron por el suelo, no lejos de la biblioteca. Entre el sofá y la gran mesa, una caja conteniendo una placa ahumada de 18 x 24 colocada por mí sobre le gran mueble, se encontraba por tierra. Haré observar una vez más que, ya sean arrojados los objetos, ya depositados, jamás podemos darnos cuenta del momento en que se efectúa el lanzamiento.

En mi bolso, al ir a buscar el pañuelo, encuentro la medallita conteniendo mi retrato y la florecilla que habían substraído de la caja en la última sesión. Sin embargo, yo no me había separado de mi bolso hasta el momento de comenzar la sesión en que lo dejé sobre la gran mesa, cuando la habitación todavía estaba iluminada. También observamos que el aparato fotográfico que enfocaba la habitación contigua había cambiado de posición, de suerte que el objetivo enfocaba la puerta (e) del salón en que nos encontrábamos. El lector debe tener siempre presente que todas las salidas quedan herméticamente cerradas antes de comenzar las sesiones.

Por medio de la mesa pregunto al espíritu A. si la imagen que mi marido había conservado en la retina después de la explosión era la suya.

- No – me contesta -. Yo estoy en el grupo.

-¿Qué grupo? – pregunto.

-No tenemos más fuerza. Adiós. – contesta la mesa.

Sólo algunas horas más tarde, al revelar las placas en mi casa, descubrimos mi marido y yo que el grupo de que nos habló la mesa se componía de tres personajes impresionados por la placa del aparato cambiado de posición durante la sesión. Estos personajes son los que aparecen en la lámina número XI (Fig. A.)

En la lámina número XI (Fig. B) aparece cerca de mí el fantasma vestido de blanco, que suponemos es la religiosa y que coincide perfectamente con la imagen que mi esposo había visto al hacer la explosión el magnesio.

Madeleine Frondoni Lacombe - Maravillosos Fenómenos del Más Allá-