Apéndice 1 - Experimento Scole



         APÉNDICE 1


 Los Guías Espirituales



JOHN PAXTON

John Paxton —una entidad espiritual evolucionada— decía que vivió en el siglo trece. Personalidad competente y miembro del Consejo de la Comunión, Paxton contribuyó a supervisar las operaciones del grupo experimental de Scole. El Consejo decidía la progresión y la planificación de los experimentos, no sólo para el trabajo del grupo de Scole, sino también para otros grupos.


MANU

Manu era un guía poderoso y sumamente espiritual. Era siempre el primero en manifestarse. Su función consistía en amalgamar las energías disponibles para que los espíritus pudieran utilizarlas durante una sesión. Era el «guardián de umbral» del mundo espiritual. Comenzaba siempre las sesiones explicando las condiciones que harían posible las comunicaciones de las otras dimensiones. Esto comportaba la creación de una «bóveda de energía» sobre el grupo y de un «paso dorado» entre las dimensiones.

Manu decía haberse «encarnado muchas veces». Una de éstas fue en «lo que ahora llamáis Sudamérica». En aquella vida nació al parecer en Perú, entre los Incas.

Fueron Manu y su asistente, un niño de la era victoriana, los que enviaron aportes al grupo de forma regular.


PATRICK McKENNA

Según los componentes del grupo, Patrick era «un alma encantadora» de origen irlandés. Durante su existencia terrena había sido sacerdote, «pero de los no muy ortodoxos». Tenía debilidad por la cerveza y los cigarros. Era el «coordinador espiritual» designado por los comunicantes y respondía ante el mundo espiritual de la actividad y de los progresos del grupo.

Durante las sesiones, Patrick permanecía in situ, a través del trance de Allan, la mayor parte del tiempo, y era el segundo comunicante en manifestarse; su presencia, en general, se anunciaba con el tintineo de las campanillas. Era también el último en saludar y en decir al grupo cuándo era la hora de terminar la sesión, ordinariamente, después de dos horas, o dos horas y media.

Parte de la tarea de Patrick consistía en guiar a los «comunicantes ocasionales» en la situación adecuada para comunicar, ayudándoles, al mismo tiempo, a transmitir sus mensajes. Sabía poner a sus anchas a los visitantes, contando chistes y provocando golpes ocurrentes. Como dice cariñosamente Robin: «No le faltaba ciertamente el don de lenguas».


RAJI

Raji era un indio adorable que durante un tiempo había militado en el ejército. Durante su permanencia en la Tierra, había sido un «Rajpoot», una especie de príncipe perteneciente a una casta de antiguos guerreros indúes. Había formado parte de la caballería, y le seguían gustando mucho los machetes, que buscaba siempre cuando se manifestaba al grupo y a los visitantes.

Una de las tareas de Raji consistía en ayudar a las personas en su crecimiento espiritual. Aconsejaba con frecuencia al grupo y a los huéspedes sobre cómo conseguir el máximo de la meditación. Aunque a veces era muy serio, tenía un gran sentido del humor y hacía con frecuencia reír a mandíbula batiente. Estaba también implicado en el trabajo de curación del grupo, al que reforzaba aportando pequeñas cantidades de una ceniza sagrada muy especial de la que se decía que tenía propiedades curativas.

A Raji le fue encomendada la tarea de organizar los primeros experimentos fotográficos, además de los experimentos que implicaban mensajes a audiocasetes sellados. Para su trabajo con el grupo, esta alma sensible se servía con frecuencia de los servicios de un asistente, el «Muchachito», al que por algún motivo se le llamó luego «Charlie nº 1».


EMILY BRADSHAW

La señora Bradshaw era un espíritu guía encantador y concreto. Su especialidad consistía en ofrecer pruebas sumamente detalladas de la supervivencia post mortem, que no dejaba nunca de sorprender a los miembros del grupo y a los visitantes. Hablaba con un perfecto acento de Oxford, agradable de oír y fácilmente reconocible.

La señora Bradshaw tenía también una tarea más amplia y a través de su médium, Diana, desarrollaba un papel similar al de Patrick, es decir ayudaba a los comunicantes espirituales a manifestarse y a darse a conocer. Les ayudaba también a expresarse directamente a través del trance, o bien transmitía ella misma sus mensajes a los interesados.

Durante la vida terrena, la señora Bradshaw había sido seguramente una señora distinguida, muy comprometida en obras de beneficencia. Su tono severo del principio se dulcificó con el tiempo y como Patrick, la «señora B», como fue apodada, pasaba gran parte del tiempo in situ durante las sesiones, interviniendo de vez en cuando con alguna observación, o bien reclamando bondadosamente a Patrick para la explicación de algún punto particular. La Bradshaw y Patrick trabajaban en cierto sentido en equipo y ambos estaban al corriente de las tendencias y del humorismo moderno. Los componentes del grupo dijeron que estas dos entidades se mantenían al día escuchando las conversaciones en la Tierra y conversando con personas de nuestra época cuando entraban en el mundo espiritual. Para el grupo y los visitantes era bastante gracioso oír a la Bradshaw, una señora tan comedida y formal en su tiempo, hablar de «navegar en red» y de «doble desafío». Frecuentemente, al final de una sesión, se despedía con estas palabras: «Bien, buenas noches de mi parte, y también de la suya».


EDWARD MATTHEWS

Alma extraordinariamente sensible, Edward visitaba de tiempo en tiempo el grupo de Scole y mostraba un gran deseo de formar parte del equipo de comunicantes. El grupo llegaba a captar en su voz el amor y una gran emoción.

Edward conocía a fondo muchas materias y era capaz de conversar sobre diversos temas, entre ellos la actividad que su padre llevaba a cabo al sur de Londres a principios del siglo veinte. Se le daba especialmente el contar anécdotas y episodios de su vida para diversión de los visitantes. Lo único de lo que no lograba hablar era de su pasado durante la primera guerra mundial. Las condiciones de aquel período eran insoportables, y el modo en que murió fue muy traumático. Porque el tema le resultaba demasiado angustiante, se les pedía a los huéspedes no hacer preguntas sobre esto durante las sesiones.

Además de sus aportaciones en forma de conversaciones, Edward estaba muy comprometido en la organización de numerosos experimentos científicos, y frecuentemente informaba a los miembros del grupo de los programas de los espíritus guía.


LOS ESPÍRITUS CIENTÍFICOS

Cuando quedó claro que se establecería una relación normal con los científicos invitados, los guías decidieron que era necesario introducir nuevas personalidades que comunicasen sobre una base más metódica. Esto significaba que algunos de los primeros comunicantes no tendrían ya una parte activa.

William, Albert, Joseph y Edwin eran cuatro de los espíritus científicos que comunicaban con el grupo de Scole. William, un científico inglés que hablaba en tono sumiso y que había vivido a finales del siglo diecinueve, durante la vida terrena se había interesado por los fenómenos paranormales. Había sido un experto en fotografía y en instrumentos ópticos, y publicaba una revista fotográfica.

Albert no era un científico ortodoxo cuando estaba en la Tierra, era, al parecer, una especie de disidente. Una cosa era cierta, animaba mucho las sesiones. Como sabemos, en la bodega de Scole se materializaban aportes físicos; pero de la bodega desaparecían también cosas. Proceso conocido como «asportes». Era siempre a través de Albert como se llevaban a cabo los asportes.

Cuando estaba en la Tierra, «Joseph» había sido un famoso científico, pero se hizo muy cauto cuando los investigadores llegaron a Scole y le preguntaron sobre su verdadera identidad. Pensaba que concentrarse demasiado en la personalidad podría desviar la atención del trabajo que él consideraba sumamente importante.

Edwind había sido médico más que científico. Había obtenido el doctorado en Edimburgo. Se convertiría en un comunicante regular, sobre todo cuando estaban presentes los investigadores.

Parece que muchos de estos expertos formaron parte del equipo de espíritus guía. Probablemente, muchos de los nombres eran solamente seudónimos. Los comunicantes cambiaban según las exigencias.


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