- El Porvenir del Sexto Sentido



EL PORVENIR DEL SEXTO SENTIDO



- Charles Richet - 


Por más que la existencia del sexto sentido tiene una importancia excepcional para una teoría de la ciencia del alma, no es fácil deducir a primera vista las consecuencias del mismo en la práctica general de la vida.

Supongamos que el sexto sentido no existe. Nada cambiará de nuestros destinos y de nuestras costumbres. En realidad, se manifiesta en condiciones tan fugaces, tan excepcionales, y da pruebas tan poco palmarias, que es como si no existiese. Prácticamente, no hay sexto sentido.

Nadie podrá ver el juego de naipes de su adversario ni adivinar el contenido de una caja de caudales cerrada, ni adivinar el secreto de la cerradura de la misma. Nadie podrá leer el contenido de una carta guardada en una cartera. Hijo alguno podrá saber que su madre acaba de morir lejos de donde él se halla, si no se lo comunican.

Pero, considerar las cosas desde tal punto de vista, científicamente es vergonzoso.

Cuando aparece un gran descubrimiento o surge una verdad nueva, nadie, ni aun los individuos más perspicaces, pueden decir ciertamente cuáles serán las consecuencias.

A veces surgen aquéllas tan imprevistas como difíciles de pronosticar, aun sin salirnos del círculo mezquino y estrecho de nuestra vida material presente.

¡Quién habría podido prever, cuando el gran Hertz descubrió las ondas eléctricas, que nuestra existencia sería transformada y todos los navíos que surcan los mares llevarían a bordo aparatos de telegrafía sin alambres!

De otra parte, aun no suponiendo alguna aplicación práctica al descubrimiento del sexto sentido, ¿no sería el mismo una verdadera insólita en nuestra psicología toda entera? Puesto que penetran hasta nuestra inteligencia radiaciones desconocidas en absoluto, podríamos suponer legítimamente que la misma sufre la acción de las perpetuas radiaciones que nos envuelven.

Este mundo desconocido, de fuerzas incógnitas, que vibra a nuestro alrededor, ejerce quizá una profunda acción, por oculta que sea, sobre nuestra ideación.

¿Podríamos afirmar que nuestras ideas, aun las que parecen más espontáneas, no son creadas o por lo menos no están influenciadas por dichas radiaciones, desconocidas y quizá poderosísimas?

Nuestro espíritu no es únicamente la resultante de una constitución cerebral adquirida por la herencia y de recuerdos acumulados en la memoria por una larga serie de peripecias, sino que probablemente está transformado, modificado, excitado o inhibido por todas esas misteriosas fuerzas desconocidas.

Me detengo, porque no quiero dejarme arrastrar por hipótesis.

Sin embargo, hay una que no quiero dejarla pasar en silencio. Se impone a mi criterio cuando me doy cuenta de la manera como se multiplican a la hora presente y entre las generaciones actuales, los hechos de telepatía y criptestesia.

Esta frecuencia creciente, ¿es debida a que nuestra atención se fija más que antes en los hechos metapsíquicos?

Quizá sí, puesto que se han comprobado en todos los tiempos.

Bozzano, en un libro interesantísimo, demuestra que hasta entre los salvajes se cuentan casos –relativamente numerosos – no únicamente de creer en la supervivencia, sino en la telepatía debidamente comprobados.

Sin embargo, me inclino a creer – quién sabe si gratuitamente – que en la actualidad hay más casos que nunca. Quizá asistamos sin darnos cuenta, al desarrollo del sexto sentido en la humanidad.

¿Estará ocurriendo, me atreveré a preguntar, una de las mutaciones bruscas, de las que la biología general nos da algunos ejemplos?

Pero me detengo también, porque me propongo irreductiblemente no navegar en los mares tan encantadores como pérfidos de la hipótesis.




Nuestro Sexto Sentido