Sesión sexta: Corniellier: La Supervivencia del Alma y su Evolución Después de la Muerte



SESIÓN SEXTA

23 de diciembre de 1912



La mesa, un poco lenta antes de ponerse en movimiento trata de comunicar muchas veces sin lograrlo. Por fin se establece la relación, pero por golpes más ruidosos que de costumbre. No debe ser Fernando. Efectivamente: Fernando está ocupado en otra sesión, según dice la mesa, y no vendrá hoy; pero la médiums dormirá a pesar de esto. Según se me ha aconsejado (en la sesión anterior, por el Espíritu Luciano), provocó el sueño por la bola de cristal, y cuando Reina está bien autoinfluenciada da completo la hipnosis por mi magnetización. Esto economiza mis fuerzas. Pero , aunque bien dormida, la joven aparece como atontada. Dice que se siente pesada, que no ve más que obscuridad: una nueve espesa. Tras un instante, sin embargo, distingue un Espíritu. Es el que se ha manifestado por medio de la mesa. Es una mujer. “¡calle! ¡Es Fernanda!; dice que es Fernanda Raymond. Reina me contesta que es una joven que ella ha conocido hace muchísimo tiempo.

- no puedo reconocerla. Está cambiadísima. Dice que viene espontáneamente a verme.

Le hago que pregunte si quiere ayudarnos, y tras su aceptación, le ruego que nos dé indicaciones serias sobre la mujer que ha desaparecido de su casa, de la bordadora. Reina transmite sus palabras con dificultad y lánguidamente. Fernanda asegura que la bordadora se ha marchado con un hombre, luego que este individuo la ha abandonado y que ella se ha tirado al agua en el Ródano, en Burdeos. Cuando le hago notar que el Ródano no pasa por Burdeos, parece entablarse una discusión entre Reina y Fernanda. Oigo a Reina que se excusa… Después, volviéndose hacia mí, me dice que ha sido ella quien ha comprendido mal. No era el Ródano, sino el Garona, el río que pasa por Burdeos. La bordadora llegó a burdeos de noche, bastante tarde, y desde la Estación ( He escrito a esta dirección, pero me ha sido devuelta la carta. No hay tal hotel en Burdeos. En la actualidad no hay rastro de la desaparición de esta mujer, que salió hace ya año y medio), donde pasó la noche sin equipaje, pues sólo llevaba un pequeño saco de mano. Fue al salir de la ciudad, al día siguiente, cuando se arrojó al agua, tirando antes el saco. Su cuerpo fue arrastrado por la corriente, no quedando rastro de ella. Jamás se la encontrará… trato de obtener cosas más precisas; pero es todo tan lento y tan indeciso, que fatigado paso a otra cosa.

Me dirijo directamente a Reina para el análisis de las epístolas. Declara que no ve nada: que todo está negro, que se siente atontada, que no puede elevarse (en el cuerpo fluídico). Como yo había pedido ver otra vez a Pedro Hamonot…, Reina me dice ahora que está presente. Le ruego que escriba exactamente su nombre y que me dé nuevas noticias de mi amigo C… Reina escribe durante un buen momento; luego me dice que Pedro Hamonot se va.

El estado en que se encuentra hoy la joven me desalienta. Parece perder más y más la lucidez de las primeras sesiones. Realmente está atontada, rendida: su palabra es pastosa; mis diversas tentativas son infructuosas, y la sesión transcurre sin interés. Empiezo a creer que pierdo el tiempo, y que lo mejor que puedo hacer es abandonar estos experimentos que no conducen a nada.

Voy a proceder a despertar a Reina, cuando repentinamente parece que sale de su atontamiento. Se yergue…, y como si fuera de pronto presa de una influencia extraña, con claridad y firmeza inesperada, dice:

“Señor Cornillier, si quiere usted obtener fenómenos interesantes, es preciso cambiar completamente el método. Estoy mal dirigida, y esta es la causa del fracaso de las sesiones. No soy bastante fuerte para obrar por mí misma. No puedo desenvolverme, no veo bien. Si quiere usted lograr algo, no hay que preguntarme nada. Duérmame vigorosamente y enérgicamente. No me sugiera que oiga o perciba nada del mundo exterior. Aísleme magnetizándome y déjeme dormir tres o cuatro horas por lo menos, sin tratar de obtener ningún fenómeno. Después despiérteme dulcemente. Los Espíritus Superiores utilizarán mi sueño para adiestrarme y acomodarme. Me convertirán así en instrumento utilizable y capaz de ver por mí misma. Haga esto durante muchas sesiones, y entonces podrá preguntar de nuevo.

Su tono de autoridad me ha asombrado. Reina continua:

“No olvide, sobre todo, esto  que es muy importante. De otro modo no llegaremos a nada. En el curso de las sesiones se le comunicarán procedimientos más eficaces para dormirme. Por ahora emplee el cristal y magnetíceme mucho tiempo. Los Espíritus actuarán.

Intrigadísimo por este tono imperativo, respondo que acepto las proposiciones a beneficio de inventario. ¡Sea! No preguntaré nada, me conformaré exactamente a las prescripciones que se me den. Esperaré cuanto sea preciso, si eso ha de darme resultados. Convenido.

La despierto; se siente cansadísima.


Leo entonces la comunicación escrita por Pedro Hamonot. Es la idea inicial, el sentido original de las palabras que acaba de pronunciar la médium con tanta autoridad. (Nada contesta a lo que había preguntado sobre mi amigo C.) – Firma: Pedro Hamonot.