Alan Cleaver: El regreso de Helen Duncan

El regreso de Helen Duncan

-Alan Cleaver -


¿Qué constituye una prueba de la vida después de la muerte?¿Es una serie de mensajes recibidos a través de la clarividencia de un médium o en trance?¿Es tal vez la aparición de alguien que usted conoce ya fallecido?¿ Son objetos en movimiento paranormal , o que aparecen y desaparecen – o hacen algo más? Los investigadores psíquicos han argumentado este punto durante años y el debate es probable que continúe durante muchos años más, pero la evidencia más convincente que he visto fue cuando Gena Brealey habló durante una hora con su madre fallecida, Helen Duncan por medio de Rita Goold.

Rita Goold, su marido Stephen y amigos Pat y Barry Jeffery habían estado realizando sesiones algunos meses desarrollando un vínculo con los muertos cuando uno de sus comunicadores regulares se presentó como Helen Duncan, la médium de materializaciones que murió en 1956.

Al igual que con otros comunicadores, Rita y los otros asistentes pidieron pruebas. Entonces podría ser buscado en artículos y libros disponibles sobre Helen, pero era una oportunidad de revisar algunas referencias más oscuras que se produjeron cuando la hija de Helen, Gena Brealey visitó una iglesia espiritualista en Leicester. Rita y sus amigos la invitaron a un té y Gena guió la conversación casualmente hacia algunos puntos planteados por la entidad espiritual que dice ser Helen. Se obtuvieron algunos datos,  pero no se le reveló que su madre estaba comunicándose. Rita le dio la noticia a Gena en agosto de 1982 y se dispuso a visitar el círculo.

En la sesión de prueba estuvo Gena, Rita, Pat, Barry y yo. No es de extrañar que estuviéramos todos un poco nerviosos y no menos la médium Rita. La sesión se celebró en la sala de la casa de Pat y Barry; como siempre se realizó en completa oscuridad, aparte de la luz suministrada por la pintura luminosa en el borde de la mesa y en algunos instrumentos musicales u objetos utilizados durante las sesiones.

Pusimos nuestras manos sobre la mesita y empezó a inclinarse. La luz se apagó y la mesa continuó sus giros. Algunos sintieron aportes (objetos producidos paranormalmente) que aterrizaban en la mesa y se encendió la luz de nuevo.  Varios aportes, claveles rojo fuerte y una rosa habían sido colocados delante de Gena. Gena rompió a llorar y gritó “¿Qué mayor prueba podría tener yo?” Ella reveló que en el funeral de su madre ella colocó una rosa roja sin el consentimiento de sus familiares y amigos – en las manos de su madre que estaba en el ataúd y le susurró: “Te amo”. Años más tarde, un médium le había dicho sobre eso (aparentemente retransmitió un mensaje de Helen) y también le dijo que un día su madre le devolverá la rosa roja. Ahora la rosa había regresado. La luz se apagó una vez más y a través de golpes los espíritus comunicadores pidieron que se pusiera la pandereta encima de la mesa. Ésta fue oída vigorosamente y gracias a la pintura luminosa fue vista moverse alrededor de la habitación. La pandereta se retiró y los comunicadores solicitaron la trompeta, un cono de metal con pintura luminosa en los extremos a través de la cual las voces de los espíritus podían producirse y ser escuchadas claramente.

Normalmente en esta etapa del círculo Rita se quitaban los zapatos y eran lanzados al suelo. Sin embargo, Barry había expresado cierta preocupación por el reloj de Rita que posiblemente se rompieran al hacer esto, y preguntó si podría tener más cuidado. Esta vez, el reloj se cayó en mi regazo. Estimo que se dejó caer desde una altura de no más de un par de pulgadas. Rita estaba sentada a siete u ocho pulgadas de distancia, y en ese momento entró en trance, la habitación estaba oscura. Ésta fue una de las ciento de ocasiones durante mis muchas visitas a las sesiones en Leicester que demostraba su capacidad de ver claramente en la oscuridad.

Rita estaba en trance. Pronto la trompeta fue vista, con ayuda de las tiras luminosas en los extremos, elevándose en el aire. Helen siempre había sido la primera en hablar en las sesiones a las que había asistido hasta ahora, pero esa noche Russell Byme fue el primero en hablar. Russell había muerto el 14 de agosto de 1963 después de sufrir cáncer. Tenía nueve años. La mayoría de las veces se comunicaba como un niño de nueve años; dijo que esto era para fines de “identificación”. En raras ocasiones hablaba como un adulto.

Hablando a través de la trompeta se presentó y dio la bienvenida a Gena al círculo. Laura, con la trompeta, cantó al círculo, junto con música grabada que sonaba de fondo suavemente (una característica de casa sesión era el uso de música grabada). Laura era otra de las comunicadoras espirituales que aparecían regularmente. Entonces Helen llegó y habló a través de la trompeta a Gena. Ella habló primero de la rosa y declaró: “Si pudiera me gustaría ofrecerte un millar de rosas”. Hubo una pausa a mitad de la sesión, pero aparte de eso, Gena habló casi continuamente con su madre por más de una hora.

Gran parte de la conversación fue de carácter muy personal y Gena me pidió que no contara los detalles. Sólo era información sobre la infancia de Gena y la obra de Helen como médium, además sobre su familia en la actualidad. Era complicado seguir toda la conversación por el uso de jerga escocesa desconocida y porque hablaban de cosas personales y otros acontecimientos que ni yo ni el resto de los asistentes conocíamos.

Por ejemplo, en un momento, Helen dijo había lanzado todas las enfermedades que había sufrido en su vida física al “basurero”. Gena explicó después que se trataba de un argot escocés en vez de decir vertedero. Helen también utilizó el término “poke” y dijo que Gena podía llevar a casa la rosa en poke. Gena explicó después que poke era un cono de papel.  Helen también dijo que Gena llevara  la rosa a su marido en casa, George. Esto desconcertó al resto de nosotros hasta que Gena explicó que su marido tenía “dedos verdes” y que sabría cómo hacer para sacar una yema de la rosa y obtener un rosal.

Gena, una espiritualista lloró durante la sesión, pero apenas podía ser una persona más emocionada. Yo estaba convencido de que ella no tenía miedo de haber denunciado que la voz no era la de su madre. Pero para asegurarme, tres días después de la sesión llamé a Gena y reiteró que no había dudas de que fue su madre. No hubo momentos “difíciles” durante la sesión, la conversación fue fluida y con facilidad.


Artículo original en inglés



Rita Goold


Helen Duncan